Conociendo a nuestras ciclistas: Pilar


Siempre me gustó mucho el deporte. De hecho, practiqué varios como baloncesto y esquí (éste último durante muchos años, porque me permitía practicarlo con mi hija y sobrinos, 6 en total. Era una gozada). Pero necesitaba descubrir otro deporte que no dependiera de si había nieve o no. Y descubrí la bicicleta. Fue en verano del 87 cuando me encuentro en la base del puerto de Aralla. De aquella, manejaba una BH modelo Gacela. Estaba bebiendo en la maravillosa fuente de Gera y de repente vi pasar a dos chicos, vestidos de ciclistas como los profesionales y con sendas bicis de "carrera". Yo iba vestida de calle, y ni siquiera llevaba "tanque" de agua. Pero bueno, al parecer eso no me importó nada, y pensé: “¡¡¡si ellos pueden, por qué no voy a poder subir yo el puerto!!!” 


Aquel puerto, para mí, tenía un atractivo muy especial. Y ni corta ni perezosa, empecé a subir. Ay amiga, llegué a la primera curva y ya tenía que parar, el fuelle no me daba para más, porque yo de aquella fumaba como una "cosaca". Más de una cajetilla diaria de Marlboro. Pero como se me metió en la cabeza que tenía que llegar hasta la cima, (1.536 m.) seguí subiendo, parando en cada curva para recuperar, hasta que llegué arriba. Tardé 2 horas en subir 6 kms. Pero lo conseguí. Y tal fue mi alegría, que al día siguiente volví y ya tardé hora y media. 

 

Así que allí mismo, en la cima, contemplando el pantano de Luna y las montañas, y "fumandome un pitillín" me propuse comprar una hucha de barro, un "cerdito" donde meter monedas de 500 pts. durante un año. Al año siguiente rompí la hucha y salieron 187.000 pts. Y con las mismas, me fui a la tienda que José Manuel Fuente "el Tarangu" tenía en Oviedo, en la calle Quintana. Salí de allí con todo: bici, zapatos, casco y equipación. Pero había un problema, no sabía encajar las calas en los pedales. Y no me atrevía a salir sola. En La Fresneda vivía el Presidente de la SCTA y me enseñó cómo subirme a la bici y colocarme en aquellos pedales.

 

Yo salía en bici y, como de aquella todo eran hombres, no es por nada, pero se desvivían en ayudarme y enseñarme recorridos. Así conocí La Clásica Lagos. El primer año fui a verlos pasar a la Huesera. Ver subir a más de 2.000 ciclistas fue un espectáculo tan increíble, que allí mismo me propuse dejar de fumar y participar al año siguiente. Dicho y hecho, al día siguiente dejé de fumar (nunca más volví, y eso que había estado fumando durante 23 años); y al año siguiente participé en mi primera Clásica Lagos. Fue en el año 1.990. Y me dieron el trofeo "a la más veterana". Después siguieron más de 100 marchas cicloturistas. Participé en todas las que se celebraban en Asturias y León. Y como así eran las reglas del juego y no aparecía ninguna que me ganase en edad, me daban siempre el "trofeo a la más veterana".

 

Y cuando mejor nivel tenía, de repente, cáncer de mama; qué traicionero, no avisa. Me llevé un susto de muerte. Porque eso es lo que ocurre: crees que vas a morir. Pero como necesitas agarrarte a un clavo ardiendo, me acordé de una mujer que lo había superado. Y ahí me autoconvencí de que yo también lo iba a superar. Y así fue. A los tres meses de la operación, ya estaba participando en la Cicloturista Primavera de La Bañeza. Y después de 5 años de tratamiento, curación total. Está claro que la bici siempre me ayudó a superar todas las dificultades, como la caída que tuve bajando los Lagos, donde en la Huesera me fallaron los frenos y caí a 70 Km/h. Caída muy grave, donde tardé 8 meses en recuperar y tuve que aprender a caminar, por conmoción cerebral y fractura de vértebra lumbar (que me mantuvo inmovilizada un mes).

 

Con todo, nunca se me ocurrió dejar la bici. Es más, fue la bici la que me ayudó a seguir adelante.

 

En 2019  conocí a Natalia Pellús  y Pili Rodríguez, y me invitaron a participar en el RETO LA CUBILLA. Esta experiencia da para otro capítulo, por formar parte del CLUB BELLASTURES.



 


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